
Hoy no puedo evitar hablar de lo que vivimos juntas, juntos, otra vez, hace unas semanas.
Los segundos.
Qué diferentes -esto también daría para carta-.
Era tu segundo hijo, tu segundo embarazo.
Mujer sana. Bebé sano. Embarazo anterior completamente normal. Parto anterior, completamente normal.
¿Qué esperar de éste? Valga la redundancia, auténtica normalidad.
¿Y las sensaciones de este segundo? Pues como la mayoría de segundos -terceros y más-: Magnificadas por mil.
¿Tu sensación? Presión y cabeza baja desde bien iniciado el tercer trimestre.
Te preguntabas, ¿Se podría adelantar?
Y el entorno con sus: “Seguro que nace antes”, “En cuanto empieces con contracciones, vete corriendo al hospital”.
Sabías que estaríamos juntas, sería muy especial.
Yo, no tenía ninguna prisa. No te quise molestar.
¿Y si tú me escribías? Simplemente tranquilizar.
Sabía que llegaría, solo nos quedaría esperar.
Algo así como: SIMPLEMENTE CONFIAR.
Y así sucedió, una noche, de madrugada, te volví a ver hacerlo sin pensar, sin razonar.
Neocórtex apagado, a pleno rendimiento tu parte animal.
¿Y nosotros? Simplemente a tu lado, admirando. Acariciando tu parte física y tu parte emocional.
Mi niña, hace unas semanas te volví a ver renacer.
Qué regalo acompañarte desde el amor, con calma y seguridad. Porque sí, tú volviste a confiar y nosotros te volvimos a admirar.
Atravesaste una por una las estaciones o fases de la fisiología, tan solo nos hacía falta observar y escuchar.
Desde el inicio hasta el final.
Un verdadero viaje a ese planeta parto donde te guiaban las endorfinas, la oxitocina y nuestra parte instintiva, nuestra parte más animal.
¿Y de fondo? Nosotros tirados en el suelo, contigo.
Sonaba esa inspiradora playlist que tantos momentos especiales me ha acompañado en la vida: Viaje al planeta parto ✨ -la tienes en Spotify-.
Gracias por recordarme de lo que somos capaces.
Gracias por confiar en mí una vez más.
Te quiero.